La inflación en la eurozona se mantuvo inesperadamente obstinada en abril, manteniéndose estable en 2.2% en lugar de caer como los mercados habían anticipado. Los precios aumentaron en un 0,6% en comparación con March. Si bien los precios de la energía cayeron un 3,5% año tras año, esto se compensó con un aumento significativo en los costos de los alimentos. Más preocupante para el Banco Central Europeo (BCE) fue el aumento de la inflación central, lo que excluye la energía volátil y los precios de los alimentos, desde 2.4% a 2.7%. La inflación de los servicios también subió, aumentando el 3.9% en comparación con el 3.5% en marzo.
Con la tasa de desempleo de la eurozona en un mínimo récord de 6.2% en marzo, las presiones salariales, particularmente en el sector de servicios, pueden persistir, lo que complica la capacidad del BCE para reducir las tasas de interés más allá del movimiento esperado en junio.
Aranceles inflación de combustible: un problema europeo
Las presiones inflacionarias también están siendo impulsadas por políticas proteccionistas recientes de la Comisión Europea. A pesar de criticar frecuentemente los aranceles estadounidenses como inflacionarios y económicamente dañinos, Bruselas continúa implementando sus propias barreras comerciales. Los últimos movimientos incluyen endurecer las medidas de salvaguardia de la UE en ciertos productos de acero e imponer tareas antidumping provisionales en la bobina en caliente de Egipto, Japón y Vietnam. Estas acciones contribuyen a la inflación al aumentar los costos de insumos para las industrias europeas.
Una llamada de infraestructura, no proyectos de tocador industrial
En un artículo de opinión reciente publicado en Handelsblatt, El Instituto de Economía Internacional de Hamburgo (HWWI) criticó las estrategias industriales de los gobiernos alemanes salientes e entrantes. Su conclusión: Alemania no necesita mega factorías más costosas con futuros inciertos: necesita una mejora robusta y sostenible en la infraestructura.
El HWWI señaló que muchos de los proyectos de alto perfil anunciados en los últimos años, desde plantas de batería hasta fabricantes de chips y empresas de acero verde, ahora están tambaleándose en el borde del colapso. Estas fábricas a gran escala a menudo importan casi todas sus materias primas, ofreciendo un beneficio económico limitado para el mercado interno. Además, desvanecen el trabajo calificado de las pequeñas y medianas empresas (PYME), debilitando un segmento crucial de la economía alemana.
El apoyo a las PYME y el sector de la construcción es clave
El crecimiento económico real y duradero se lograría mejor al invertir en infraestructura y estimular la demanda entre las PYME y la industria de la construcción. Estos sectores forman la columna vertebral de la economía alemana y se beneficiarían directamente de mejores carreteras, redes digitales y sistemas de energía. Tal enfoque no solo reduciría la necesidad de subsidios corporativos, sino que también aliviaría la tensión en el presupuesto federal al aumentar la demanda interna.
En última instancia, los proyectos de prestigio y las mega factorías muy subsidiadas no impulsan el crecimiento sostenible. En cambio, Alemania debería centrarse en crear las condiciones fundamentales que permitan que sus negocios, especialmente pequeños y medianos, prosperen. Ahora depende del gobierno entrante para evitar repetir los costosos pasos en falso de su predecesor.
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